Odontologia Basada en la Evidencia

Sumarse al cambio o formar parte de la resistencia.



Autor: Prof. Dr. Yuri Turanza


Despuésde varios años de dictar cursos y conferencias sobre Odontología Basada en la Evidencia (OBE) principalmente en mi país, Argentina, he comprobado que muchos odontólogos hacen un esfuerzo para comprender la OBE e intentar cambiar de actitud frente a la toma de decisiones clínicas. Existe también un pequeño pero influyente grupo que se resiste, se aleja o directamente niega la evidencia científica; probablemente porque se sienten agredidos ante un discurso que pone en duda muchas de las creencias (conceptos o teorías no demostrados científicamente) que fueran los cimientos de sus prácticas, o peor aun, creencias que han defendido y difundido con fervor.

Cuando hay un cambio de paradigmas, muchas personas quedandescolocadas. Yo he sido una de ellas y sé lo que se siente cuando alguien nos dice en plena madurez profesional: “¡Muy poco de la información en la que se basan tus decisiones clínicas es conocimiento científico!”. Este cambio de paradigmas nos descalifica, nos cambia las reglas del juego, un juego en el que de alguna manera nos sentíamos exitosos. Experimentamos una desagradable sensación de rechazo cuando escuchamos: “Señores, todo está confuso, hay mucho color y poca claridad, ¡hay que barajar y dar de nuevo!”, y más desagradable aun cuando creíamos tener en nuestras manos cartas ganadoras. Entonces nos enfrentamos a una decisión importante e ineludible: sumarse al cambio o formar parte de la resistencia. Sumarse al cambio implica deconstruir (no destruir) nuestro anterior paradigma, analizar críticamente sus contenidos, rescatar aquello que es razonablemente válido y ponernos a construir los nuevos cimientos de nuestra práctica. Sumarse a la resistencia implica unirse a aquellos que sostienen que basta con la experiencia y que la práctica lo es todo, o lo que es lo mismo, aceptar que la Odontología clínica no necesita del método científico.
He observado que no pocas veces se confunde ciencia con ilustración académica. Llamo así al manejo profuso y elegante de cierta terminología que maquilla de ciencia algo que está muy lejos de serlo, caracterizado por la ausencia casi absoluta de datos duros, datos que son reemplazados por un lenguaje de emergencia con un componente verbal y gestual destinado más a convencer que a demostrar, y que lamentablemente resulta muy común (¡y efectivo!) en nuestro medio.

En la actualidad, según C. Lion, el gran flujo de información ha producido la pérdida de la certidumbre y la descentración del conocimiento. Esto ha provocado un naufragio cognitivo en distintas comunidades científicas.
Es por ello que debemos hacer el esfuerzo para incorporar herramientas que nos permitan primero acceder a la información potencialmente válida, y luego seleccionar, categorizar y jerarquizar los datos obtenidos con el fin de poder compartir con nuestros pacientes decisiones más realistas y con nuestros pares información más sólida.

Debemos apuntar a la reflexión y al análisis crítico para que la información se vuelva conocimiento.
Es fundamental comprender que nuestra dieta intelectual debe estar basada más en la calidad que en la cantidad de información, como dice C. Lion: “No es lo mismo obtener conocimiento que acumular información”.

Existe una línea insobornable que delimita lo que es conocimiento científico de lo que no lo es: el método científico.

Solo aquello que ha sido tamizado a través de este método es ciencia, lo que no, en el mejor de los casos, es una opinión autorizada, y aunque muchas veces resulte de inestimable valor, debe esperar en la antesala de la ciencia hasta que sea ungida como válida por el método científico.

La ansiedad de algunos autores por mostrar resultados, sumada al consumo acrítico de la información por parte del odontólogo promedio, resulta en la incorporación prematura de procedimientos, lo que se llama “odontología de punta”, sin advertir que en la mayoría de los casos son solo observaciones preliminares o apreciaciones no controladas que derivan en propuestas tan entusiastas como apresuradas.

Si no filtramos a través de la ciencia nuestro proceder, jamás sabremos qué tan bien está lo que estamos haciendo bien, ni qué tan mal lo que estamos haciendo mal. Esto no es otra cosa que “ensayo-error”, al que podríamos llamar en clínica “zapping terapéutico”, saltar de una a otra modalidad de tratamiento, dando algunas veces en el clavo y otras, en la herradura.

Cuando la eficacia de una terapia no es percibida claramente, en lugar de trabajar con “riesgo asumido” se trabaja con “riesgo desconocido”, generalmente sobreestimando los beneficios, minimizando o ignorando los daños. Esto deriva en falsas expectativas, en sobretratamientos, en procedimientos costosos, en resultados poco satisfactorios, en el mejor de los casos inútiles y en otros francamente nocivos; en fin, produciendo frustraciones tanto en los profesionales como en sus pacientes.

El clínico, entendido como el responsable directo de la salud de sus pacientes, debe comprender la importancia de lograr un adecuado equilibrio entre el saber y el hacer. Como dijo P. F. Jacovella: “…el saber en forma aislada o preponderante solo es capaz de producir, en el mejor de los casos, profesionales muy sabios, pero impotentes para actuar en forma eficiente en escenarios reales…”. Aunque en clínica, el hacer con un pragmatismo técnico desprovisto de contenido científico resulta en la incapacidad de valorar los verdaderos alcances y limitaciones de las prácticas empleadas.
Entonces la alternativa queda en pie: sumarse al cambio o formar parte de la resistencia.


Datos del Autor:


Prof. Dr. Juan Yuri Turanza
Director del Centro Odontológico de Investicación y docencia DOGMA S.A
Odontólogo Especialista en Cirugía y Traumatología Bucomáxilofacial.
Especialista en Implantología Oral.
Ex Profesor Regular Adjunto de la Cátedra de Cirugía y Traumatología Bucomaxilofacial II de la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires (hasta 2007).
Director de Cursos de Postgrado en Implantología Oral en la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires.
Profesor Invitado en la Carrera de Especialista en Cirugía y Traumatología Bucomaxilofacial de la Universidad Católica Argentina. Miembro Titular de la Sociedad Argentina de Cirugía y Traumatología Bucomaxilofacial.
Dictante de Cursos y Conferencias nacionales e internacionales, de la especialidad.

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